Sí que duele. Y provoca dos tipos de “dolores”: el emocional y el físico.
El dolor emocional. La mujer obesa tiene su autoestima disminuida. Se siente fea, menospreciada. La ropa que le gustaría usar no le cabe, o bien se ve mal. Y quizás lo más importante: ha perdido su atractivo para los hombres. Esto configura una verdadera tortura sicológica, un gran dolor emocional.
El dolor físico. La obesidad provoca en forma directa e indirecta una amplia gama de enfermedades que atentan la calidad como la cantidad de vida. La obesidad puede producir entre otras cosas: presión alta, infarto al corazón, aterosclerosis, colesterol alto, lumbago, diabetes mellitus, resistencia a la insulina, síndrome metabólico o síndrome X, apnea del sueño, ronquidos, hígado graso, reflujo gastro-esofágico, cálculos en la vesícula biliar, hemorroides, dermatitis perianales, hongos en las zonas de pliegues (que suelen permanecer húmedas), síndrome del túnel carpiano, gota, artrosis, várices, baja de defensas e infertilidad.
Incluso a ciertos cánceres se les ha relacionado con la obesidad: cáncer de mama, útero, colon, ovario y de próstata.
¿Existe la Gorda Feliz?
La mujer gorda que dice ser feliz y se muestra como tal, generalmente lo está usando un mecanismo de defensa ante las demás personas. En nuestra sociedad, la gordura es castigada socialmente en todas las edades. Cuando niñas, quedan sin bailar en las fiestas. Cuando adolescentes, son las últimas en ponerse a “pololear”, y a veces ni siquiera pololean. Cuando adultas, les cuesta más conseguir un buen trabajo y es posible que se queden solteras. Si se casan, corren el riesgo de ser abandonadas por su marido.
En su intimidad, la mujer obesa sabe que está sola.
Para atraer la atención de los demás y ser consideradas, se tornan alegres, espontáneas y buenas para contar chistes.
Quizás lo anterior parezca algo rudo y materialista para alguna persona. Pero no podemos escondernos de la realidad. La buena noticia para las mujeres gordas, con sobrepeso u obesas, es que esta enfermedad tiene mejoría. No importa cuántos intentos para adelgazar hayan realizado anteriormente. No importa qué edad tengan. Lo único que importa es la voluntad real de ser delgada. Si la poseen, están salvadas. Si no la poseen se les puede ayudar a desarrollarla.