¿Prebiótico ó probiótico? 

 

Parecen lo mismo, pero en realidad no lo son. Estas palabras las estamos encontrando cada vez más frecuente en los envases de diversos alimentos.

Antes, es necesario señalar que en nuestro intestino deben existir unas bacterias  y levaduras amigables, presentes en todo intestino sano. Estas son las  lactobacilos y bifidobacterias y sacharomyces.  Poseen importantísimas funciones como   robustecer el sistema de defensas (el sistema inmunológico) de nuestro cuerpo, facilitar la digestión de algunos alimentos, la absorción de minerales como el calcio y la producción de la vitamina k que es muy importante para una normal coagulación de la sangre.

Los  prebióticos por lo general corresponden a ciertos tipos de hidratos de carbono  que no se digieren  y que favorecen el crecimiento de las bacterias protectoras.  Ejemplos de prebióticos  son: la fibra dietaria, los fructooligosacáridos, los xilooligosacáridos , la polidextrosa, los galactoligosacáridos  y la inulina. Esta última no hay que confundirla con la insulina que es una hormona secretada por el páncreas.
Estos prebióticos llegan al colon lugar  donde se convierten en alimento para las bacterias protectoras  allí presentes.

Los probióticos corresponden a cierto tipos de bacterias  y levaduras “amigables”, que cuando son suministrados en cantidades adecuadas promueven beneficios en la salud del organismo.
El termino probiótico fue introducido por primera vez en la literatura científica en 1953 por un científico de apellido Kollath. Pero la función protectora de estas bacterias fue descrita décadas atrás, por Eli Metchnikoff, un científico ruso que recibió el Premio Nobel.
Los probióticos se encuentran  en preparados  farmacéuticos y en algunos alimentos, especialmente incorporados a ciertos productos lácteos (yogur, batidos, etc.). Las bacterias que pertenecen a esta denominación de probióticos son algunas cepas de lactobacillus , bifidobacterium  y sacaromices.

Las bacterias y levaduras probióticas poseen la particularidad que  al ser consumidas sobreviven al paso por el tracto gastrointestinal y colonizan tanto el intestino delgado y el intestino grueso (colon). En estos lugares  realizan un verdadero equilibrio  del ambiente ecológico bacteriano.

El uso de alimentos con prebióticos o probióticos  evitarían la aparición  de muchos problemas intestinales que se producen como consecuencia de un ruptura de la necesaria armonía ecológica bacteriana. Es el caso de algunas diarreas,  y del tan frecuente  colon irritable. También  atenuarían ciertas alergias, regularían la absorción del colesterol e incluso prevendrían el cáncer de colon.
Un uso donde se hacen necesarios, es mientras se está bajo un tratamiento antibiótico. En caso contrario pueden aparecer infecciones oportunistas, como son ciertas bacterias dañinas,  y  hongos. Conviene señalar que al usar antibióticos, se matan tanto  las bacterias dañinas pero también a las buenas. El uso de probióticos restablece las bacterias buenas.

Si bien el uso  probióticas está ampliamente recomendado, se deben tener precauciones en personas inmudeprimidas y las que están con  pancreatitis aguda.