La obesidad favorece una mala evolución en caso de que una persona se contagie por el COVID 19. Esto se debe a dos principales mecanismos.
1- La obesidad se asocia muchas veces a una mayor posibilidad de desarrollar una diabetes mellitus e hipertensión arterial. Estas patologías son a su vez factores de riesgo independientes, que se suman y agravan la evolución de la infección por COVID
2- La obesidad implica un exceso de tejido adiposo (la grasa). Este tejido produce una gran cantidad de citoquinas, que se conocen como adipoquinas (citoquinas del tejido adiposo), muchas de las cuales aumentan el estado de coagulación de la sangre generándose un mayor riesgo de desarrollar trombosis.
Además estas adipoquinas son las responsables de mantener un estado inflamatorio en el cuerpo de la persona obesa. Este estado inflamatorio se suma al que provoca el COVID, provocando las complicaciones propias de este virus.
Gran parte de los daños del COVID son debido a una exagerada respuesta inflamatoria. Seguramente ha escuchado “la tormenta de citoquinas”, la “hiper-respuesta inflamatoria”, un “estado pro- inflamatorio” , etc.. que a nivel pulmonar se traduce en una severa dificultad para el intercambio de oxígeno/CO2, provocando la necesidad de asistir con ventiladores la respiración del individuo. Por eso, el uso de corticoides da una muy buena respuesta porque reduce esta exagerada inflamación.
Por último, la persona obesa, tiene su sistema inmunológico algo alterado, impidiendo desarrollar una respuesta defensiva adecuada.